Y bajó del tren
Y llegó a casa, y relajó sus hombros tirando su mochila al suelo
Y entró en su coche
Y encendió la música
Y encendió el mundo
Pum!(rápido)
Y de repente todo tenía color
Y de repente en su mente surgían pensamientos y recuerdos felices
Y cada vez más y más color
Y se encendió la plaza de las
violetasY se fijó en el Sol, y de repente lo vió sonreír
Y cuando llegó, miró donde pisaba
Y se dió cuenta de que su suelo estaba lleno de
piedrasY se dió cuenta de que sabía donde estaba
Y nada le dió más seguridad que una roca
Y se quitó las gafas
Y las metió en su
fundaY reafirmó la idea de que veía exactamente lo mismo
Y se colgó al cuello sus
colgantes de batalla, que le servían de suelo y de mirada
Y se sentó dispuesto a luchar contra ellos
Y no pudo hacer nada
Y cayó rendido, le faltaba la camiseta de rayas
Y no pudo poner su corazón a secar, le faltaban pinzas
Y sólo podía escuchar el sonido de la lluvia que nunca se estancaba ni corría
Y se dió cuenta de que esa lluvia era agua, agua por la que se librarían guerras